Durante años en Orchard Care Homes, una cadena de 23 centros de atención para la demencia en el norte de Inglaterra, Cheryl Baird observó a las enfermeras completar la Escala de Dolor de Abbey, una metodología de observación utilizada para evaluar el dolor en aquellos que no pueden comunicarse verbalmente. Baird, una exenfermera que entonces era directora de calidad del centro, lo describe como “un ejercicio de marcar casillas en el que la gente no estaba realmente considerando los indicadores de dolor”.
La puerta puede dejar pasar las señales de dolor o bloquearlas, dependiendo de otra actividad nerviosa y de las instrucciones del cerebro. Sólo las señales que logran atravesar esta puerta viajan hasta el mapa sensorial de su cerebro para ayudar a localizar el daño, mientras que otras se ramifican hacia los centros emocionales que deciden qué tan mal se siente. En milisegundos, esos mismos centros en el cerebro disparan nuevas órdenes, liberando analgésicos incorporados o avivando la alarma. En otras palabras, el dolor no es una traducción directa de un daño o una sensación, sino una negociación viva entre el cuerpo y el cerebro.
Un ejemplo de este método es el monitor de paciente PMD-200 de Medasense, que utiliza herramientas basadas en inteligencia artificial para generar puntuaciones de dolor. El dispositivo utiliza patrones fisiológicos como la frecuencia cardíaca, la sudoración o los cambios de temperatura periférica como información y se centra en pacientes quirúrgicos, con el objetivo de ayudar a los anestesiólogos a ajustar las dosis durante las operaciones. en un Estudio de 2022PainChek es una aplicación móvil que estima las puntuaciones de dolor aplicando inteligencia artificial a escaneos faciales.
Publicado originalmente en technologyreview.com el 15 de octubre de 2025.
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